OPORTUNIDADES EN NEGOCIOS: INTERNET DE LAS COSAS
Se trata de una Internet de “cosas” conectadas, que intercambian datos e interaccionan de alguna forma, ya sean sensores, máquinas, instrumentos, teléfonos, automóviles, dispositivos de todo tipo, de manera que quizás fuera más correcto denominar a la red resultante como “la red de todo” (Internet of everything).
Su desarrollo conllevará importantes inversiones, en la adecuación de los objetos ya existentes y en el despliegue de las infraestructuras necesarias, una aceleración de la innovación tecnológica, y posibilitará nuevos servicios, impulsados por miles de startups, que posiblemente estimularán nuevas profesiones.
Algunos expertos estiman que el tamaño de la Internet de las cosas (IoT: Internet of things) será de más de 50000 millones de objetos en el 2020. El potencial transformativo de la IoT deriva de sus fundamentos: millones (potencialmente billones) de objetos inteligentes conectados (smart connectedf products).
La aplicación inteligente de los datos capturados por estos objetos posiblemente derivará en nuevas formas de creación de valor (nuevos usos de los productos, y nuevos servicios derivados). Se tratará, en muchos casos, de pasar de vender productos a proveer eficiencia.
Un ejemplo ya muy extendido consiste en la transformación del modelo de negocio de los fabricantes de motores de aviación, que ha pasado de simplemente vender esos motores a las aerolíneas, a darles un servicio de monitorización a distancia, que optimiza el mantenimiento de los mismos.
Electrodomésticos que se conectarán a la red eléctrica cuando los precios sean óptimos, automóviles que avisarán cuando sean preciso acudir al mantenimiento, parkings privados en las ciudades puestos en alquiler para su uso temporal en momentos de congestión, autopistas que modifican la circulación de sus carriles de acuerdo con el aumento de la circulación, locomotoras que modificarán sus parámetros de funcionamiento para optimizar el consumo de combustible de acuerdo con las circunstancias, prendas deportivas con sensores incorporados que medirán diferentes variables físicas del usuario, dispositivos médicos que aconsejarán acciones puntuales a pacientes con enfermedades crónicas, etc.
Las aplicaciones de la IoT se producirán en todos los sectores, y afectarán a amplios espectros de la población. En especial, podemos imaginar aplicaciones en las personas (smart health), viviendas (smart home), ciudades (smart city) y en las industrias (industrial internet). La IoT convertirá a muchos productos “aislados” en parte de sistemas.
Así, una simple bombilla eléctrica se puede convertir en parte de un sistema ambiental que cambia colores, intensidad lumínica, sonido, temperatura y circulación de aire, de acuerdo con el efecto buscado en las personas en cada situación. Y, a su vez, uno de estos sistemas se convierte en parte de un sistema de sistemas.
Un simple tractor, por ejemplo, provisto de los sensores e instrumentos de comunicación adecuados, se convierte en un componente de un sistema complejo del que forman parte otros sistemas como la red de sensores meteorológicos, la de optimización de las cosechas, o la lonja digital de precios agrícolas.
De esta manera, se consigue la máxima eficiencia en la aplicación del tractor, puesto que cosechará en el momento más adecuado desde una combinación de variables (humedad, lluvias, precios en los mercados, etc). El impacto económico de la IoT derivará, como en cualquier red, de la aceleración de los efectos red que resultan de conectar un progresivo mayor número de objetos. Más aún, el valor derivará de crear plataformas sobre las que circulen servicios lanzados por una diversidad de agentes.
Se tratará, por tanto, de una economía de plataformas, de un uso creativo y creciente de una plataforma de estándares y de reglas de uso que se traduce en más servicios, que generan nuevos servicios.
Buenos ejemplos son las plataformas creadas por Amazon, Apple o Uber. Así, por ejemplo, Apple gana en su AppStore un 30% de los servicios (innovaciones) lanzados a través de las apps en su mercado. El enfoque estará cada vez más no en añadir nuevas características a un producto, sino en generar comunidades que utilicen el producto, a ser posible de nuevas maneras, para crear así efectos red.
Se pasa, así, de “vender cajas” a “proveer soluciones”. Como advirtió en su día Kevin Kelly, “todo lo que en su día electrificamos, ahora lo cognizaremos”.
Es previsible que la necesidad de transformar más y más objetos en objetos inteligentes conectados, fertilizará la aparición de miles de iniciativas empresariales.
La combinación de Internet con la inteligencia artificial no está, sin embargo, exenta de riesgos. Algunas voces como la de Stephen Hawking, han advertido que el escenario de billones de cosas conectadas de forma inteligente puede convertirse en una amenaza real para la Humanidad.
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